sábado, 4 de noviembre de 2017

CUADERNOS DE MACOCA: "¡Qué bien vivís los maestros!"





¡Qué bien vivís los maestros!


  
Antiguamente se oía decir con frecuencia aquello de "pasas más hambre que un maestro de escuela". Habrán cambiado mucho los tiempos porque hoy día no resulta raro escuchar (sobre todo en vacaciones de verano) otra bonita y manida frase: "¡Qué bien vivís los maestros!". Entre una y otra frase ha pasado mucho tiempo y se han producido notables cambios.

  Es obvio que los maestros hace muchos años que no pasamos hambre, pero no es menos cierto que no ocupamos -en lo referente a sueldos- los primeros lugares en el escalafón de los funcionarios públicos y que nuestra labor no tiene hoy día el reconocimiento social que tuvo y que, sin duda, merece.
  
  
Mariano Coronas Cabrero

     A los que sólo se acuerdan de los maestros y maestras, en tiempo de vacaciones, convendría recordarles algunas facetas de nuestro trabajo: tratamos de ayudar a los chicos y chicas que acuden a la escuela a leer y escribir, a que caminen con seguridad por el mundo de los números, a que aprendan algo de la historia y reconozcan la geografía, a que conozcan el cuerpo y el entorno, a pensar y razonar, a relacionarse, a respetar y a compartir, a mantener la curiosidad... Además, mientras dura el curso escolar, nos vemos en la necesidad de hacer los más diversos papeles: de "padres" o de "madres"; de orientadores; de consejeros familiares, en ocasiones; de animadores culturales de la comunidad; de transmisores de valores que casi nadie fomenta pero que todo el mundo echa en falta; de críticos de televisión; de dinamizadores de la lectura; de animadores medioambientales; de defensores y estimuladores de la solidaridad; de modeladores de conductas; de pacificadores de conflictos; de impulsores de la responsabilidad y el trabajo personal; de asistentes; de monitores deportivos, ... Y lo hacemos con todas las dudas y las imperfecciones propias de los seres humanos. Por si fuera poco, si se ve necesario educar a las criaturas en temas como la alimentación equilibrada, los principios constitucionales, la recuperación de los buenos modales, la circulación vial, el respeto a la naturaleza, la prevención de algunas enfermedades o de algunas lacras sociales, etc. el político de turno remitirá a la escuela la necesidad de que en ella se aborden tales temas para garantizar que en el futuro la sociedad y sus ciudadanos sean mejores. Una lista de tareas bastante más amplia de lo que cabría suponer.




     Yo, particularmente, "sí vivo bien como maestro", pero no por lo que algunos piensan: salario, vacaciones, jornada laboral más corta; sino porque me gusta mi trabajo y lo vivo con esa extensión y esas infinitas ramificaciones que lo convierten en apasionante; porque comparto el tiempo diario con la población más joven, con los ciudadanos y ciudadanas a los que más les brillan los ojos cuando descubren cada día cosas nuevas que no sabían, con las personas que más avidez y deseos de aprender muestran. Con estas matizaciones, estoy dispuesto a escucharme lo de "¡Qué bien vivís los maestros!" varias veces cada día, agradeciendo de paso que la ciudadanía se acuerde tanto de sus maestros y maestras.




(El País, 2 de septiembre de 1999)