miércoles, 23 de diciembre de 2015

UN TEXTO HERMOSO, POÉTICO, DE JUAN CARLOS MARTÍN RAMOS, CON EL QUE PRESENTÓ "EN LA CUNA DEL MAR" DE ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO





                      PRESENTACIÓN DE “EN LA CUNA DEL MAR
                   (Vigo, 12-XI-15)


                                                                              JUAN CARLOS MARTÍN RAMOS
     
     


      Diego non coñecía o mar. O pai, Santiago Kovadloff, levouno a descubrilo.
Viaxaron ao sur.
El, o mar, estaba máis alá das altas dunas, agardando.
Cando o rapaz e mais o seu pai alcanzaron por fin aqueles cumios de area, despois de tanto camiñar, o mar estralou perante os seus ollos. E foi tanta a inmensidade do mar, e tanto o seu fulgor, que o neno ficou mudo pola fermosura.
E cando por fin conseguiu falar, tremendo, tatexando, pediu ao seu pai:
- Axúdame a mirar!
Eduardo Galeano

Esta es la traducción al gallego que AGT hizo hace algún tiempo de un texto titulado “La función del arte”, perteneciente a “El libro de los abrazos”, de Eduardo Galeano.

- ¡Ayúdame a mirar!, dice el niño a su padre.
- ¡Ayúdame a mirar!, dice el lector al poeta.

Sin duda, como dice la mayoría de la gente que dice estas cosas, incluido el propio Galeano, lo más importante para un poeta, o para cualquier artista, es aprender a mirar.

AGT no sólo ha aprendido a mirar.
Asomarse a los ojos de los demás le ha enseñado a tener una mirada propia.
Por eso, nadie mejor que él para ayudarnos a mirar el mar.

                                      Olas con azúcar.
                                      Algas en los versos.
                                      Nubes en la playa.
                                      Mar que besa el viento.

                                               *                *               *                *              *                   *

Antes de escribir “En la cuna del mar”, el libro que hoy presentamos, AGT ya era un poeta del mar, un poeta que escribía en gallego y en castellano al dictado del mar, un poeta-verso en popa a toda vela. Abres cualquiera de sus libros y te salpica la espuma. Paladeas sus palabras, sus versos, y en la lengua se te queda el sabor de la sal de su sensibilidad y de su música.

No podía ser de otra forma. AGT fue también, como Luis Eduardo Aute, ese niño que miraba el mar.
Aute. El niño que miraba el mar

Antonio dio sus primeros pasos en las antiguas dunas de Samil. Aprendió a mirar el horizonte leyendo la silueta de las Islas Cíes. Cuando de niño iba camino de la escuela, todas las calles por las que intentaba escaparse conducían al mar.

Dice el escritor gallego -y para mí queridísimo- Juan Farias, en su libro “Los caminos de la Luna”, que si encuentras una caracola es que has tenido la suerte de encontrarla
Juan Farias


     Pues bien, hace mucho tiempo, AGT tuvo la suerte de encontrar una caracola en una playa de Vigo y escuchar en ella los primeros silencios, los primeros versos, las primeras canciones.

                                      ¡A galopar,
                                      a galopar
                               hasta enterrarlos en el mar!,

le cantó una vez al oído la voz profunda, comprometida y rebelde de la caracola.

¿Le habéis mirado bien? Su melena y su barba blancas son sin duda las de un poeta. También podrían ser las de un melancólico y polvoriento cantante de country llamado, por ejemplo, Bob, o incluso le permitirían ir a la moda en la corte francesa del siglo XVII bajo el sombrero emplumado de un valeroso mosquetero. Pero fijaros bien y caeréis en la cuenta de que,  su melena y su barba blancas, a quien de verdad nos trae a la memoria es al mismísimo dios Neptuno.

                                               *             *             *                    *                     *

Así es. AGT es un poeta del mar. Pero el mar ya estaba ahí cuando él llegó. Por eso, antes que en sus versos, el mar ha sido tema y argumento, personaje y paisaje, símbolo y metáfora en la obra de otros grandes poetas.

Para demostrar mi tesis, me voy a permitir el lujo necesario de nombrar aquí a Rafael Alberti. Otro poeta del mar. ¡Otro con melena blanca!

Antonio, que además tuvo la suerte de ser su amigo, le ha dedicado varios poemas. Uno de ellos nos lo trae una ola hasta la última página de “En la cuna del mar”.

Antonio y Rafael, dos poetas del mar. La pasión por el mar entrelaza sus versos, la pasión por la poesía entrecruzó sus vidas.

*               *                 *                *                        *

He querido, además, detenerme unos instantes en la figura de Rafael Alberti para poder decir que los homenajes públicos e impresos a otros poetas son una constante en la obra de AGT. En realidad, lo que hace Antonio es mucho más que un homenaje, es una saludable y apasionada estrategia para que la poesía de estos autores siga viva entre los lectores más jóvenes, una sabia y generosa artimaña poética para dejar claro que los versos que ahora se escriben nunca se habrían escrito sin el magisterio de los grandes poetas que nos precedieron.

El propio título, “En la cuna del mar”, procede de un poema del libro que homenajea a otro de nuestros grandes poetas, Miguel Hernández, y nos trae a la memoria y al corazón los conmovedores versos de “Nanas de la cebolla”.

*                 *               *                       *                        *

De la misma forma que Rafael Alberti o Miguel Hernández son una referencia imprescindible para los poetas que vinieron después, la poesía de AGT es una referencia permanente para quienes escribimos con la intención de que los lectores más jóvenes se acerquen al mundo de la poesía.

La aparición de un nuevo poemario para niños y otros lectores de cualquier edad de AGT, ya sea en gallego o en castellano, es una nueva oportunidad para comprobar que la llamada poesía infantil puede y debe ser en primer lugar verdadera poesía.

Como dice Antonio, no podemos permitir que los niños y las niñas vivan de espaldas a la poesía, tenemos que conseguir que se filtre a través de su piel para que les llegue al corazón.

                                               *                       *                  *                       *                     *

Os puedo asegurar que “En la cuna del mar” es un libro que se filtra a través de la piel y nos llega al corazón.

Es un libro para ser leído por los ojos de un niño (y donde digo “niño” digo “niña”). Es un libro para ser leído por quien aún conserva la mirada del niño que fue. Es un libro para ser leído por cualquier adulto que aún no ha perdido la esperanza de convertirse en la persona que siempre quiso ser.

Es un libro para leer cerca del mar. Y, afortunadamente para quienes vivimos varados en el centro de la Península, es un libro para leer lejos del mar.

Al fin y al cabo, ¿dónde está el mar?

Está aquí al lado, a la vuelta de la esquina. Está en nuestra infancia, en nuestros sueños. Está en la pantalla de un viejo cine de verano, en las páginas amarillentas de un libro de mi abuela donde el joven Jim navegaba a bordo de La Hispaniola. El mar está dentro de nosotros, desencadenando tormentas y naufragios, acariciando la arena blanca de un lejano paraíso.¡Silencio!, porque el mar está dormido dentro de su cuna. ¡Mirad a lo lejos!, porque el mar está escondido detrás del horizonte. El mar, el mar, el mar, siempre el mar, va y viene sin salirse de las páginas de este libro, estalla en cada poema, nos sumerge en cada verso, escribe de su puño y letra en la arena de la playa cada palabra.

El mar puede acompañarnos a cualquier parte. Ya nos lo dice Antonio.

La niña tiene en sus manos
mil caracolas
para escuchar
en su casa
el mar  a solas.


Punto y aparte, porque no voy a hablar más de la poesía de AGT. No hay tiempo y, además, no quiero desvelar todos los secretos que hay guardados
bajo la almohada de la cuna del mar, no quiero ser multitud en la intimidad de ese momento irrepetible que le espera a cada lector que se adentre de puntillas, por primera vez, en el mar de palabras de este hermoso libro.

No, no voy a hablar más de Antonio. Pero, eso sí, tendré que respirar muy hondo y contener el aire el tiempo suficiente para sumergirme en las aguas profundas, mágicas y misteriosas, de otro mar. El mar que ha imaginado Xosé Cobas. El mar que Xosé Cobas ha soñado para que los lectores lo hagamos realidad.

Un mar que ha surgido de los versos de AGT. Pero ¿el mar de Xosé Cobas es el mismo mar del que nos habla AGT en sus versos? Naturalmente que sí. Naturalmente que no.

Xosé Cobas ha buceado entre las palabras de Antonio, se ha enfrentado a la inmensidad de ese mar, luchando contra los elementos intangibles de la poesía, contra el oleaje de su música, contra el vendaval de sus significados, contra sus brumas metafóricas, y ha tenido que nadar solo, sin más tabla de salvación que su propia sensibilidad, su creatividad, su experiencia y su talento. Ha tenido que nadar mar adentro hasta que perdió de vista las palabras de Antonio y las pudo convertir en poemas visuales nuevos y sorprendentes, hasta que consiguió que el mar de Antonio fuera su propio mar.
Xosé Cobas

Pero lo más importante para el lector es que, dentro de las páginas del libro, el mar de Xosé Cobas y el mar de AGT entremezclan sus olas, entrelazan sus miradas -las palabras de uno y las imágenes de otro- y se funden en un mismo mar, se transforman en este libro que acaba de llegar a nuestras manos, “En la cuna del mar”.

                                               *              *             *                 *                   *                 *

He dejado para el final lo que posiblemente tendría que haber sido el preámbulo de mi intervención. Posiblemente, en vez de terminar así, tendría que haber empezado diciendo:

Esta tarde, aquí en Vigo, en esta Escuela de Artes y Oficios, donde se mezcla la sangre de la creación con el sudor del trabajo bien hecho, estamos inaugurando una colección de poesía ilustrada. Otros inauguran aeropuertos sin aviones o mojones sin autopista. Nosotros, sin embargo, todos los que estamos hoy aquí bajo la  mirada expectante de los libros de esta histórica hemeroteca, inauguramos juntos una colección de poesía ilustrada con mucha, mucha poesía y mucha, mucha ilustración.

De esquerda a dereita: Teresa Zatarain, Xosé Cobas, AGT e Juan Carlos Martín Ramos.

La colección se llama “Hilo de cometa”. Su nombre parece frágil, ligero, huidizo. Nada más lejos de la verdad. La cometa de la poesía vuela muy alto.
Es viajera, aventurera, y a la vez es fuerte, valerosa, comprometida. La cometa de la poesía es una superviviente. Su aparente fragilidad es el secreto de su fortaleza para volar entre las nubes, para enfrentarse a los vientos más feroces y despiadados.

La cometa de la poesía sabe volar sola si es necesario. Pero tenemos la suerte de que, en este caso, “Hilo de cometa” vuela atada a los sueños de Teresa Zataraín, su creadora y editora, intrépida capitana de Creotz Ediciones. Y estoy seguro de que ni Teresa ni nadie que se acerque a esta colección de poesía va a permitir que el hilo de esta cometa se escape de sus manos.
Paz Raña, lendo uns poemas do libro

Y ya que he terminado por el principio, voy a poner punto final a mi intervención con una advertencia previa.

Cuando abráis el libro de Antonio, cuando abráis el libro de Antonio, de Xosé y de Teresa, ¡atención!, escucharéis el mar, veréis el mar, leeréis el mar. Cada lector, cada lectora, será el mascarón de proa de un barco que navegará por el mar inmenso, abierto y libre de la poesía.


Muchas gracias.