lunes, 29 de junio de 2015

"LEER EN CASA", UN NOVO ARTIGO DE MARIANO CORONAS DOS SEUS "CUADERNOS DE MACOCA".



Cando estaba escribindo esta introdución, chégame o novo número da revista El Gurrión, que dirixe Mariano Coronas Cabrero. Teño que recoñecer que a actualidade da comarca aragonesa de Sobrarbe e a creatividade reflectidas nesta publicación me enchen de ledicia. Hai tanta humanidade nas súas páxinas! Ole a autenticidade, a lama, a aldea, a muíños, a natureza, a afectos. Como gozo dos seus contidos interesantes e variados.
     

     Ademais, sinto a Mariano máis preto de min. Teño a sensación de penetrar na súa “terriña”, extensión da forma de ser e de actuar deste home íntegro, loitador e dunha sensibilidade que aloumiña.
           
     Pois co número 139  (Maio,2015) á miña beira, dou paso en Versos e aloumiños  a outro dos artigos prometidos de Mariano Coronas, publicados no seu momento en Cuadernos de pedagogía, e que o autor recompilou nun libriño, CUADERNOS DE MACOCA (2), co nome de La senda de las palabras.
     
     O tema non pode ser máis suxestivo: a lectura na casa. Un novo apuntamento de Mariano sobre algo que debería ser hábito, pero que non o é.
     
     

     Podería eu escribir bastante sobre o asunto. Interésame, e moito. Porén, non paga a pena. Mariano Coronas, con quen  coincido ao cen por cen, explícao cunha claridade e unha lucidez impresionantes.
     
     Así que vos convido a que o leades e tomedes boa nota. Por aí debe comezar a iniciación na lectura literaria dos nosos cativos e cativas.

     
     Grazas unha vez máis, mestre!




LEER EN CASA


                                                                                  MARIANO CORONAS CABRERO

     Algunas personas acabaron siendo lectoras, a pesar de crecer en hogares sin libros. Es posible que las carencias estimulen de una manera extraordinaria y que uno desee de manera especial aquello a lo que no tiene acceso. Hubo un tiempo en que en muchas casas no había libros, y tampoco los había en las escuelas e institutos... Hoy estamos en una situación bien diferente. Las bibliotecas escolares son un hecho feliz en muchos centros y las bibliotecas públicas han mejorado de manera definitiva; y ambas actúan como equipamientos compensadores de posibles carencias familiares. Hoy, el acceso a los libros se ha facilitado notablemente y, además, debemos contar con las posibilidades que han abierto el ordenador e internet.

     Pero no estará de más releer una cita del libro de Matilda, del celebrado Roald Dahl, en la que la protagonista le dice a su padre: -”Papá, ¿no podrías comprarme algún libro?” El padre responde, sorprendido: -”¿Un libro?, ¿para qué quieres un maldito libro?” Pues, “para leer”, replica su hija. Y el progenitor finaliza con un categórico: -”¿Qué demonios tiene de malo la televisión?” 

     No hace falta que la tomemos al pie de la letra, pero, no cabe duda, que nos hace reflexionar, pues es probable que aún haya unos cuantos padres como el de Matilda
Mariano Coronas Cabrero

     Algunos hábitos nacen y se contagian en el seno del hogar. Esa actitud indiferente o despectiva de algunos progenitores hacia los libros y la lectura es real en muchos casos y, seguramente, difícil de modificar, incluso aunque lleguen desde la escuela latidos positivos y animadores de una práctica tan aconsejable y necesaria. Sabemos que nada es definitivo en este asunto de la adquisición de hábitos, pero parece razonable que la familia debería, desde que el niño o la niña llegan al mundo, tener en cuenta que el ejemplo de sus actos puede ser buena parte de la guía ética que esa criatura necesita para un crecimiento saludable en todos los órdenes. 

     Cuando el padre o la madre le cuentan y le leen a su hijo o a su hija, éstos no solo escuchan historias; no sólo oyen la música de las palabras envolviéndolos; aprenden a leer la voz, la entonación, el afecto, la proximidad, la protección y el cuidado, la expresión de la cara de quien lee... Esas lecturas en voz alta, esos cuentos repetidos son un acto de amor que emociona y las emociones calan hondo, nos moldean y de esa práctica casi diaria, emocionada y significativa, es probable que sí salga un futuro lector o una futura lectora.