miércoles, 1 de enero de 2014

A LUZ DAS PALABRAS (35) Clara Janés



            
CLARA JANÉS
  
 Tengo en mis manos el último poemario de Clara Janés. Viven en él poemas exquisitos atravesados por el recuerdo y la razón. Se llama “Orbes del sueño” y está editado por Vaso Roto Ediciones, en septiembre de 2013.
Poemas que, según sus propias palabras, “nacieron de unas imágenes proporcionadas por el azar de una nevada”. Un libro que es un homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz, y a Octavio Paz, gran estudioso de la poeta, y a todos los pensadores y científicos que movieron su mente y los que les sucedieron desde Heráclito, Anaxágoras, Pitágoras, Euclides y tantos otros, hasta los más recientes, Einstein, Boltzmann ou Michio Kaku…, siempre en palabras de Clara Janés.

He aquí el último poema que he leído, tras la relectura  de este libro luminoso, aunque ella piense lo contrario.
No es el último del poemario, es el penúltimo; hermosos versos que he leído unas cuantas veces porque me emocionan.

ecuaciones en las células
y en el aire respirado
inscritas también
en la nieve y en el agua
perduran
en el mismo consumirse
del fuego
se posan
en los copos de la atmósfera
o en las hojas
tal rocío caricioso
para una mano
que de pronto las escribe
y lanza el anzuelo
a la entraña secreta
de los giros siderales
intacto amor
del nombrado como
Aquello



“Luego llega el momento del alba y previamente la voz de aquellos que la convocan cuando aún es oscuro. Nace la luz y va llenando de colores esa inmensa pizarra que es el cielo, pronto, de nuevo, llena de señales, de incógnitas que en sí mismas hallarán solución y desarrollo.”                                                  



 
Clara Janés, recitando
Son palabras de Clara Janés en el prólogo de su obra “El libro de los pájaros”.  Y ella aparece aquí, en Versos e aloumiños,  para que nazca la luz y su voz llene de colores nuestro cielo, para que las señales  y las incógnitas, a través de su palabra, hallen soluciones demasiadas veces incomprensibles.
Clara Janés nació en Barcelona, se licenció en Filosofía y Letras en Pamplona  y es Maître ès Lettres por la Universidad de París IV Sorbona en Literatura comparada.
Clara Janés cultiva la poesía, la novela, la biografía y el ensayo, además de dedicarse a la traducción , en especial a la lengua checa, desde la que ha vertido al español a Jaroslav Seifert (Premio Nobel de Literatura) y a su amado y admirado Vladimír Holan, a quien siempre ha considerado un auténtico maestro. Hace algún tiempo, Galaxia/Gutenberg publicó “La gruta de las palabras” (Obra selecta de Holan) con la traducción y el prólogo de nuestra autora. En colaboración con especialistas de sus respectivas lenguas ha traducido a poetas turcos y persas, tanto modernos como místicos antiguos,  y son bastantes sus incursiones en el chino, alemán, portugués o francés. Por todo ello ha recibido el Premio Nacional de Traducción en 1997 por el conjunto de su obra.
 
Tuve el honor de presentarla en el Club Faro de Vigo
Permitidme que no haga incidencia en los múltiples premios y reconocimientos que esta mujer ha recibido a lo largo de su trayectoria, tan intensa como rica desde el
punto de vista literario, intelectual y vivencial.  Porque Clara Janés es mucho más que los premios. Clara Janés es, para mí, por encima de todo poeta (o poetisa, como ella dice). Y desde el yo femenino, la poesía se manifiesta en todo lo que hace. Incluso cuando calla, habla o escucha desprende una poesía callada y elocuente a la vez. La lírica vive en cada línea que escribe, sea cual sea el género que acomete. Clara Janés es una mujer que arriesga en su escritura. Posee un núcleo de expansión vital e intelectual y lo va desgranando en cada faceta artística para conseguir que su discurso sea fiel a sus principios y a la necesidad que siente para penetrar en el lector.
Bien para  acercarse a esa liberación que le permita recorrer y gozar  una aventura interior necesaria, bien para proclamar la función que la mujer ha de desempeñar en una sociedad y una cultura que la han postergado a través de los siglos, Clara Janés, con una sensibilidad diáfana, expresa lo esencial de lo cotidiano y hace de la poesía, por todo lo que representa, el eje de su vida. Muestra en sus versos una desnudez poética, sintetizadora, intuitiva que cautiva al lector, se posa dentro de su ser y le exige, al mismo tiempo, una actitud espiritual abierta a los conceptos que las palabras van encadenando.

Leí por primera vez a Clara Janés en 1984 y ya no pude dejar de hacerlo jamás. Cayó en mis manos su poemario “Vivir”, complejo pero lleno de amor por la vida, por el descubrimiento de nuevos caminos, la fusión con el paisaje y un cierto toque existencial. Este es el primer poema de Clara que leí. No es el primero del libro. Abierto al azar entré en los siguientes versos:



                     Los muros violeta
                     emergen imperiosos  
                     proclamando su ausencia                             
                     y el poder que transmiten
                     ofrece toda opción.
                     Voluntad de vivir afirmo ciegamente
                     y la irrealidad se desvanece.
                     Desnuda hasta mí misma
                     me sumerjo en la arcilla
                     y empiezo a caminar
                     palpando la materia.


                    
              

Con Clara Janés en Vigo
    
   

Y quedé enamorado de lo que me decían.
Porque Clara es Kampa y Holan, es sutileza, desnudez ornamental. Clara es música y Mompou, es la poesía imaginal de Cirlot, la agudeza de María Zambrano, las formas de Chillida. Clara es mitos, espiritualismo, aforismos y resonancias. Es amor, es erotismo, es adentrarse en bosques oscuros, es infancia, es ausencia, es recuerdo, es compromiso, es conexión con lo espiritual, es puro goce, es sensualidad.
La poesía de Clara Janés , de palabra cuidada, elegantes imágenes, nunca pierde de vista lo intelectual, sin prescindir del ritmo, la música y la sensación del transcurrir del tiempo.
Seguiría hablando de su poesía, porque me embruja su palabra poética. Pero he de decir que me embruja, todavía más, su faceta humana. Conmigo ha sido y es realmente encantadora. Recuerdo el paseo que dimos por la Alhambra, hace unos años, con ella Susi y yo. Maravillosa mujer. De una cultura vastísima, da gusto oírla hablar. Y la obra de Lorca, que compartimos con ella al pie de la Alhambra, quedará guardada en mi corazón para siempre.

 
En los jardines exteriores de la Alhambra

Le escribí cuando apareció su último libro de poemas. Lo vi en mi librería habitual, en Librouro, lo compré con los ojos cerrados. Le envié un correo para comentárselo. Su respuesta fue de lo más cariñoso.

Querido Antonio:
                 
¡Qué alegría tener noticias tuyas, significa que estás más animado! Con frecuencia te he recordado

Y continúa contándome cosas personales en un año no muy benigno para ella, más bien tremendo, entre enfermedades, neumonías y una pérdida muy importante.
Pero Clara Janés no se deja vencer. Es una luchadora y recurre a Rosa Chacel para decirme que “hay que seguir, agradecerme el correo “he tenido una hermosa compensación” y  “seguiremos mientras estemos vivos”, siguiendo el hilo de la escritora vallisoletana.

Y con su generosidad habitual para conmigo, en esta ocasión para vosotros, lectores y lectoras de Versos e aloumiños, me envía un poema inédito.
¡Vaya lujo! ¡Vaya honor!
Gracias, Clara, por ser tan sensible.





INTENSIDAD DEL SUEÑO

Tengo frío bajo un arco que separa la existencia y la luz
                                                               Antonio Gamoneda


Luz y sombra,

humores del espacio,

lluvia y llanto

sobre nuestra inocencia

que acude al espejismo...

Venga la luz

y diga el árbol

que es falaz su no ser

y lo demuestre

con la función clorofílica,

y el cristal

transforme

su intangibilidad

en fuego,

y el agua suspendida

la divida en arco de colores

que se filtre

en la mente del que duerme

e intensifique el sueño.