viernes, 20 de septiembre de 2013

DESDE UGENA LLEGA UN TÍTERE CARGADO DE...¡CARIÑO!



El títere Antonio

Hay detalles que no se olvidan.
Hay personas que regalan nubes en silencio.
Hay estrellas que inventan escaleras para bajar a las habitaciones de los niños y darles su luz.
 
Conocer a Juan Carlos y a Lurdes fue algo de difícil definición. Mejor dicho, no es posible definir su cariño, su amabilidad, su respirar sensible.
Juan Carlos, ya lo conocéis, sí, sí, Martín Ramos. Ese mismo. Un enorme poeta. A mí me parece un maestro del verso. Sus poemas son joyas auténticas.
Y Lurdes López. ¡Ay, Lurdes! Una mujer increíble. Una titiritera, una creadora, alguien que conoce a los muñecos mejor que cualquier persona. Su texto sobre los títeres tuvo una gran aceptación en el blog. Es un ser maravilloso.Y su mundo es el mundo de los teatrillos. Lo conoce al dedillo.

Pues este caballerete y esta caballereta, permitidme estos vocablos, me dieron una sorpresa hace ya unos días que puedo considerar mayúscula y emocionante.
 
Lurdes y Juan Carlos en Vigo
Me enviaron un títere desde Ugena (Toledo) que me dejó conmovido. Me enviaron un “alter ego” mío. Con la pajarita porque a Juan y a mí nos gusta Lorca, con chaqueta negra y camisa verde pistacho como las mías. Y el bueno del otro Antonio lleva en la solapa una chapa de Bob Dylan. (Qué raro, ¿no? Increíble. Maravilloso. Un verdadero lujo.
Venía acompañado de la estaca de Gorgorito (¡anda ya!), de una cariñosísima carta y de un poema dedicado, manuscrito con esa letra hermosa que Juan tiene. El poema, como no podía ser de otra manera, precioso y lleno de un cariño que no sé si merezco.
Lo que sentí no lo puedo explicar, aunque me sentí muchas cosas.
Me sentí nube, me sentí estrella, me sentí niño al que le alumbraban sus sueños, me sentí árbol, me sentí ola, me sentí…¡Qué sé yo!

Dicen en la carta:


Teníamos la sospecha (sólo la sospecha) de que a Antonio podía hacerle ilusión que se colara en la intimidad compartida y entrañable de vuestra casa un títere.
Así que no hemos podido aplazarlo más. Un día de Julio, Lurdes y yo nos miramos y nos pusimos manos a la obra (…)
 
El títere con Antonio en brazos.

Y más adelante escriben:



Ya os habréis dado cuenta que el parecido con el original no está muy logrado. Pero no importa. Con los títeres pasa como con los perros, que a medida que pasa el tiempo el perro y el amo se van pareciendo cada vez más.
Aunque es verdad que los títeres no entienden de amos, que son ellos los que dan las órdenes al titiritero. En fin, Antonio, ya os entenderéis vosotros (…)

El poema, la carta y la estaca de Gorgorito.

Y me río cuando me hablan de la cabeza y las manos hechas de pasta de papel, fabricada haciendo pedazos hasta su más mínima expresión las páginas de economía de un periódico donde un experto explicaba las razones “inevitables” de la crisis mundial. E irónicamente me cuentan que en este momento no tenían a mano un artículo de Vargas Llosa, porque a mí me habría hecho mucha ilusión.
¡Qué zánganos! Saben bien de mi nula simpatía por el escritor peruano.
No dejo de reír cuando me hacen saber que la chapa de la solapa ha sido elegida al azar. ¡Ay, cómo son estos artistas!
¡Cuánto me gustan los títeres! Me apasiona ese mundo que refleja los sentimientos de los seres que vivimos en este planeta. ¡Qué bien lo reflejan! Con sorna, con ironía, con humor, en movimiento constante, utilizando palabras punzantes y sonriendo, ponen en solfa la hipocresía, la injusticia de esta sociedad que formamos todos. Y a todos se dirigen pues, con su vida propia, ruborizan, incluso, a los que los manejan. Manejar, por cierto, es un decir. Ellos son los que mueven los hilos.


Y sigue diciendo su carta: 


El títere traía un poema en el bolsillo secreto. Os lo hacemos llegar, porque parece ser que está dedicado a un tal Antonio, maestro de la estaca y de la poesía, y como además de la coincidencia del nombre se habla de un pulpo en uno de los versos, hemos pensado que, siendo tú (el Antonio real) gallegoy mariñeiro, no te importaría darte por aludido y hacerte cargo de las cosas que dice (…)



Pues nada, vamos a leer el poema:




Y acaban la carta de la siguiente manera:



Como el títere ha estado en casa con nosotros más de un mes, le hemos tomado mucho cariño y le vamos a echar de menos. Pero ya sabíamos que esto iba a pasar y, por otro lado, no creemos que pueda ser más feliz en otro sitio que armando gresca a vuestro lado. Confiemos en que llegue sano y salvo. Un abrazo muy…



Y yo les digo:


Llegó. Llegó. Siento mucho que os hayáis desprendido de él, pero os aseguro que está muy tranquilo y contento. Escucha mucha música. Ve fotos. Se pierde dentro de los cuadros. Ríe a menudo y nos contagia. Y yo creo que, en bajito, hasta tararea alguna canción. Además ya está dando sus primeros pasos en gallego. Es muy inteligente.

Se porta de maravilla. De gresca, nada.

Eso sí, no para de hablar de vosotros. Siempre bien, ¿eh? Nosotros, felices de que todo se haya desarrollado así.

Lo queremos tanto como vosotros y como a vosotros.



Gracias, amigos. Da gusto que el elemento afectivo esté presente en nuestras vidas.

¿Qué sería de todos nosotros si no fuese así?

El títere Antonio ya vive en nuestra casa.





                                                                                                            ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO